La cirugía fue exitosa y, si bien finalmente no se lo utilizó, la familia había conseguido un equipamiento médico especial que recupera la propia sangre.
Se trata de un bebé de un año de edad, de la ciudad de Puerto Madryn, cuya familia es Testigo de Jehová y pudo acceder, con ayuda de su comunidad religiosa, a un equipamiento médico especial que permite la regeneración de la propia sangre.
El niño, atendido en nuestro hospital por la médica pediatra Laura López Bernal, había nacido con una patología congénita llamada craneosinostosis tipo trigonocefalia. Aunque esta no conlleva mayores complicaciones, ocasiona sin embargo la pérdida de la simetría craneal, la cual pudo ser restablecida mediante una operación de reconstrucción llevada a cabo en el Hospital Zonal de Puerto Madryn por el neurocirujano Pablo Galván.
La intervención resultó exitosa tras tres horas de duración y el niño se recuperó satisfactoria y prontamente. Tanto su familia como el equipo de salud a cargo quedaron también satisfechos por el abordaje comprensivo y colaborativo que permitió resolver el dilema bioético que suele estar implicado en la intervención quirúrgica a pacientes Testigo de Jehová, para quienes extraer sangre a otras personas e infundirla en el propio cuerpo se considera una gran falta de respeto a la vida, dado que esta religión sostiene que Dios les manda a “abstenerse de la sangre”, aun cuando se corra inminente riesgo de muerte.
Felizmente, el niño ya se encuentra de alta en su casa. La gestión de la familia y el compromiso y sensibilidad del equipo de salud tratante muestran, una vez más, una mejora en la calidad de atención y ponen en valor a la mayor institución pública de salud en la ciudad madrynense.
Alternativas
En procedimientos quirúrgicos importantes como este, uno de los métodos más usados para evitar transfusiones es la técnica del rescate celular, mediante la cual una máquina extrae sangre de la zona quirúrgica del paciente y la almacena. Luego, otra máquina “limpia” la sangre y la vuelve a introducir en el organismo del paciente si fuera necesario. Una de las claves que hacen que estas prácticas sean aceptadas en pacientes testigos de Jehová, radica en no interrumpir el circuito del flujo sanguíneo en el organismo, pues si se consideran los tubos externos como una extensión temporal del cuerpo y en ningún momento se interrumpe la circulación, técnicamente, no se estaría quebrantando ninguna norma religiosa.
Esto, sumado a tratamientos preventivos consistentes en la administración anticipada de una droga que estimula la producción de glóbulos rojos, hizo posible el éxito de la neurocirugía en el niño. Sin embargo, cabe señalar que el uso de estos medios no resuelve el dilema bioético de la transfusión sanguínea en menores Testigos de Jehová en casos de emergencia o ante complicaciones en quirófano.
Dilema ético
El equipo quirúrgico es quien, a veces, debe decidir entre obligaciones que se contraponen, a saber: el deber de beneficencia que obliga a ayudar a mejorar las condiciones de salud de otras personas, el deber de no maleficencia, que obliga a evitar o prevenir el daño y el deber del respeto por la autonomía, que obliga a respetar las decisiones sobre la propia salud. En este caso en particular, por tratarse de un menor de edad, de un tratamiento invasivo y de una cirugía programada sin complicaciones, la autonomía la ejercieron los padres.
Ante interrogantes como ¿Qué es lo mejor para una persona Testigo de Jehová que debe ser operada y de acuerdo a las técnicas vigentes, puede darse la necesidad de una trasfusión de sangre? ¿Qué prevalece? ¿Tratar el cuerpo físico o preservar el alma? Operar con trasfusión de sangre heteróloga a una persona Testigo de Jehová puede evitar un daño físico, pero a la vez se la priva de un gran valor religioso, generando daño directo psicológico, social y espiritual, esto socava la dignidad humana.
Los Testigos de Jehová adultos pueden realizar una declaración de voluntad anticipada, en ese caso, el equipo de salud debe respetarla en todo momento, también en las emergencias, por lo que, en esta situación no se da un dilema bioético.
Cuando se trata de menores de edad, el nuevo Código Civil refiere que éstos deben ser escuchados y ante la necesidad de implementar tratamientos que afecten su salud, se debe buscar el asentimiento, pero son los padres o representantes legales quienes pueden consentir ante prácticas de salud. El dilema bioético para el equipo médico surge cuando se trata de una situación de emergencia con necesidad de transfusión de sangre o existen conflictos entre los padres, ya que, en esos casos, es el equipo de salud quien debe decidir en pro del interés superior del menor.
El actual Código Civil considera que “a partir de los 16 años el adolescente es considerado como un adulto para las decisiones atinentes al cuidado de su propio cuerpo” y llama a considerar el desarrollo y madurez de cada joven, esto es la autonomía progresiva.
Es claro que los padres de menores Testigos de Jehová desean el bien para sus hijos e hijas, a la vez ellos entienden que las transfusiones de sangre dañan el alma, perdiendo la oportunidad de ganar el cielo eterno por desobediencia a Dios, valor que consideran superior respecto al valor de la vida o de la salud.
Atendiendo el principio de justicia, entendida por Beauchamp y Childress como el acceso al mejor cuidado de la salud según necesidades, la comunidad Testigo de Jehová debe poder acceder a prácticas de cuidado de su salud que respeten sus creencias y a la vez, curen sus padecimientos.
Este caso en particular, es un ejemplo de respeto por los principios bioéticos, ya que se logró encontrar la manera para hacer el bien, no causar daño y respetar la autonomía.
Si la Institución de Salud lograra contar en forma permanente con alternativas quirúrgicas sin trasfusión de sangre heteróloga, se arribaría a respuestas satisfactorias para ambas partes.
Nota: Este artículo fue realizado con el asesoramiento del Comité de Bioética del Área Programática Norte, a cuyos miembros se agradece la colaboración.